Proceso de combinación de activos en una cartera, diseñada según las preferencias, objetivos y necesidades del inversor, que permita el seguimiento de su evolución y la evaluación de los resultados con el objeto de obtener el máximo rendimiento posible. Al suscribir un contrato de gestión de carteras con una entidad financiera, el inversor está delegando la adopción de decisiones de inversión, confiando en la entidad la selección de productos, la toma de decisiones de inversión y la ejecución de operaciones por su cuenta.