Es el que no invierte de manera profesional, por lo que se le presupone menor conocimiento de los mercados financieros. La mayor parte de los inversores se encuadran en esta categoría, a la que se otorga un nivel de protección superior al del cliente profesional. Bajo determinadas circunstancias y cumpliendo una serie de requisitos, un cliente minorista puede solicitar que se le considere profesional.