Se trata de aquellas personas que constan en la cuenta y que no son propietarias de su capital, aunque pueden realizar determinadas operaciones hasta el límite que establezcan los titulares. Las obligaciones fiscales afectan exclusivamente al titular o los titulares, pero no a los autorizados. En caso de fallecimiento del titular, el autorizado pierde los derechos que tenía sobre esa cuenta y no podrá realizar ningún tipo de transacción.