Modas y emociones al invertir

Cultura financiera
por Amilcar Barrios
28 de septiembre, 2023

Han sido varios filósofos y psicólogos los que a lo largo de la historia han tratado el comportamiento del ser humano, en lucha permanente contra sus instintos. Y entre ellos se encuentra Jonathan Haidt, que lo describe así:

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En nuestro cerebro conviven nuestro yo emocional con nuestro yo racional, que son como un elefante (emocional) y su jinete (racional). Si ambos quieren seguir la misma dirección, todo va perfecto, pero en caso de disputa, el jinete tiene que saber dominar con maestría al elefante, dado que, si el animal se guía tan solo por sus instintos, hay poco que hacer.

Esta representación de la lucha entre el yo emocional y el yo racional alcanza, como no podía ser de otra manera, al campo de las inversiones. Porque inversión y emoción tienden a ser malos compañeros de viaje, cuando toca sesgo al miedo y cuando toca a la euforia. Y del miedo se habla mucho, pero no tanto de la euforia, tanto o más peligrosa al invertir.

El punto de partida es sencillo y muy familiar. Echando la vista atrás, ¿cuántas ideas cuasi perfectas a priori han llegado a nuestros oídos en los últimos años? Oímos hablar de la inversión X, que además de atractiva por la historia que tiene detrás, suena también consistente desde un punto de vista financiero. Pero la realidad es que ni uno ni otro garantizan que el resultado vaya a ser igualmente beneficioso.

Sin embargo, las personas somos vulnerables a que alguien con buenas palabras y mejor tono, nos convenza de las bondades de una inversión bien presentada y argumentada. Y lo peor, a repetirlo. Pero es que no dejamos de ser elefantes que cabalgan sin control y que se dejan llevar por el empuje de las modas, también en las inversiones. Este dejarnos llevar por ideas “interesantes” cuenta con un buen cúmulo de ejemplos, sólo en los últimos años:

  • Empresas de tecnología vinculadas al gran consumo (Amazon, Apple, etc).
  • Inversión en todo lo que rodea a la sostenibilidad
  • Vuelta del atractivo de los bancos
  • ¿Toca ahora el de la inteligencia artificial?

Estas modas, que se suelen generar al calor de una reciente subida de determinados activos, despiertan las “envidias” de los que no estaban invertidos, lo que los lleva a entrar en niveles sobrevalorados. Además, cuestionar su impacto de largo plazo puede ser un ejercicio de mucha valentía, pero sí que cuando se traslada a la inversión, hay que contar con que todo tiene fecha de caducidad. Tanto lo mejor como lo peor.

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En la imagen anterior se puede observar la evolución del top-10 de compañías de la bolsa de EE. UU. en los últimos 20 años. De esta se desprende que por ejemplo, al tiempo que el petróleo (Exxon Mobil), las finanzas (Citi y AIG) o el consumo (Walmart) han ido perdiendo terreno, la tecnología ha ido ganando peso debido a la revolución en que estamos inmersos en este campo.

Es decir, si hasta hace bien poco, una petrolera o un banco tenían un peso elevado en las bolsas y este ha ido “menguando” con el paso de los años, por qué no iba a suceder ahora lo mismo con todo lo que rodea a la tecnología, se llame biotech, ciberseguridad o inteligencia artificial.

No son pocos los inversores intentando adivinar la siguiente tendencia y encima, los valores que mejor van a recogerla. Esto no es solo una tarea imposible de por sí, sino que también por la pretensión de conseguirlo de forma recurrente en el largo plazo.

Otra forma de reforzar la necesaria cautela al invertir en las modas es comprobar la evolución de los grandes sectores durante los últimos 20 años:

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Tan solo con una vista rápida, se comprueba la facilidad con que se puede pasar de la cima a los “infiernos”, pasando de ser un sector dominante en el periodo pre-Lehman (real estate, energía y en menor medida, financieras) a salir del podio en favor de las nuevas corrientes vinculadas al mundo de la tecnología. Así que, si esto ha sucedido antes en numerosas ocasiones, ¿por qué no iba a repetirse una vez más la historia?

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