Todo aquel versado en el mundo de las inversiones necesita haber sufrido, como mínimo, dos o tres eventos de verdadero estrés de los mercados financieros, para de esta forma conocerse realmente y saber hasta dónde llegan sus propios límites.
Las bolsas son generadores netos de retorno, ahí están los resultados a lo largo de los años. Sin embargo, este no es inmediato ni lineal, sino que va fluctuando a lo largo del tiempo y como no, por el camino está sometido al “padecimiento” y al “dolor”.
Eventos de riesgo hay muchos, de hecho se puede asegurar que son constantes. Pero escenarios de verdadera tensión en los mercados no hay tantos, y son esos los que nos pueden ayudar a entender en qué consiste invertir realmente, a saber gestionar la ansiedad de los malos momentos y a ir conociendo nuestras limitaciones. Porque el sufrimiento, a pesar de todo, suele ser la mejor escuela de la experiencia, también en el mundo de la inversión.
Estos eventos, todos ellos de muy diversa naturaleza, tienen en común dos características muy marcadas: i) no son perpetuos, sino que tienen vida finita, y ii) ser consciente de que como inversor no tienes ninguna capacidad de control ni influencia.
Grandes caídas, en algunos casos especialmente intensas, las ha habido siempre y las va a seguir habiendo, eso tiene que estar meridianamente claro. La causa, la duración, la profundidad y la capacidad de recuperación son todas ellas variables aleatorias sobre las que nuestra capacidad de predicción, así como nuestra cintura, son entre limitadas y nulas.
¿Qué nos enseñan estos eventos?
- Una idea pesa por encima de todas las demás: la paciencia paga. Los mercados sufren vaivenes constantes, es el precio a pagar por generar rentabilidad en el largo plazo, dado que en el corto se producen constantemente esos eventos de estrés en los activos de riesgo.
- Siguiendo la estela de lo anterior, NO inviertas en activos de riesgo el capital que no estás dispuesto a perder. El punto de partida de la inversión es no perder, especialmente cuando vas a necesitar ese capital en el corto plazo. Pero si tu horizonte temporal es a varios años vista, entonces sí te puedes permitir esta inversión en su medida justa, sabiendo que habrá momentos en que necesitarás poner en práctica la paciencia inversora.
- Abstráete del ruido de los mercados en el corto plazo. Sobre todo para los noveles, es difícil no caer en las garras del miedo cuando los mercados sufren caídas de cierta entidad, pero, volviendo al primer punto, fija el rumbo mirando al largo. Ahí está el retorno.
- Dedica tu tiempo a lo que controlas y trata de fluir con lo que no. Decisiones políticas, guerras, una burbuja que (casi) nadie puede ver… son todas ellas variables sobre las que no tienes poco o nada que decidir. Pero marcar objetivos de inversión, diversificar riesgos, reducir coste o invertir en productos alineados son solo algunos de los aspectos sobre los que tú sí tienes el control.
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