Inversión temática, pasajera o estructural

Actualidad financiera
por Amilcar Barrios
27 de mayo, 2021

Introducción

En los últimos años hemos asistido a un crecimiento exponencial de la inversión en productos “diferenciadores”, entre los que destacan los conocidos como temáticos.

Esto no es novedoso, pues no es la primera vez ni tampoco la última, en que un nuevo activo o tipo de inversión se hace hueco en las carteras de los inversores. Es más, se podría llegar a decir que es natural por las propias necesidades del mercado.

Estas novedades, aunque a priori suenan casi perfectas, como todo lo que supone invertir, cuentan también con sus riesgos y estos, mal gestionados, pueden llegar a suponer una amenaza severa para la estabilidad de una cartera.

Significado de temático

Se puede calificar como inversión temática, de la misma manera que se puede hablar de inversión en tendencias. Esto se debe a que al final, las temáticas no dejan de ser tendencias económicas estructurales de largo plazo, trasladadas a los mercados financieros.

Para que dichas tendencias tengan el honor de considerarse temáticas, deben recoger algo que vaya a tener un impacto profundo en las estructuras económicas, ser absolutamente disruptivas, como sucede en muchos casos, y estar enfocadas en un sector concreto que, por las condiciones del entorno, tenga aparentemente todas las de ganar.

A continuación, un listado con algunas de estas tendencias de largo plazo:

  • Transición energética: la descarbonización del mundo es un hecho que ya se está produciendo y con un empuje del sector público cada vez mayor.
  • Envejecimiento de la población: con las pirámides poblacionales invertidas en muchos países, se abre un abanico de inversión acerca del día a día de los más mayores.
  • Nutrición/Agua: las mejoras en la calidad de vida han venido y van a seguir haciéndolo de la mano de unas pautas de alimentación sana.
  • Transporte: con o sin conductores, cabe esperar cambios de calado en este sector.
  • Fintech: la aparición de los llamados neobancos y nuevas modalidades de servicios financieros están siendo otra de las novedades del momento.

Inversión sostenible ¿real?

Sin duda alguna, la “revolución verde” ha sido, a efectos de mercados financieros, el germen de toda esta aparición de nuevas temáticas concretas de inversión. La preocupación creciente por invertir, fomentando al mismo tiempo un mundo sostenible, ha generado la aparición de un número creciente de productos financieros, exclusivamente orientados a aspectos medioambientales, sociales o de buen gobierno de las empresas, los cuales están derivando en los cambios de patrón de consumo e inversión de familias y empresas.

Y es aquí precisamente donde hay que pararse por primera vez, para detectar y saber diferenciar lo que es cierto de lo que no. El conocido como greenwashing, hace mención a aquellas compañías que, pregonando una inversión sostenible, voluntaria o involuntariamente ocultan unas prácticas que chocan con los principios ESG.

En qué factores centrar la atención

En los últimos años, el comportamiento bursátil de los productos temáticos ha sido, en muchos casos, exponencial, lo que también debería alertar a quien se esté planteando la inversión en los mismos, extremando las precauciones:

  • Lo primero es que siempre suena atractivo escuchar una inversión temática por diversos motivos: novedosa, interesante, sentimiento, etc. Y eso nos puede llevar a pensar que, porque suena bien, es una certeza. Esto es precisamente lo que se conoce como falacia narrativa, según la cual, nuestro cerebro nos empuja a creernos algo que no tiene sentido ni conexión, simplemente porque necesitamos que así sea.
  • Muy en línea con lo anterior, al invertir en un producto temático, estamos concentrando nuestro patrimonio, o al menos una porción, en una tendencia, la cual esperamos que funcione, pero si no es así, se puede sufrir una pérdida elevada, en parte por no haber diversificado correctamente.
  • Una característica generalizada, con sus lógicos matices, es que esta clase de empresas tienen un sesgo, que se conoce como inversión de crecimiento. Una decisión lógica, a priori, pero que esconde riesgos. Y es que, estos negocios presentan las dos caras de la moneda, tienen mucho potencial de crecimiento, pero también van en dirección contraria si las cosas no suceden según lo esperado. Ya lo hemos comprobado, y a buen seguro que lo volveremos a ver, tienden a ser ideas de inversión con un alto componente de volatilidad no digerible para cualquiera.
  • Otro factor fundamental a tener en cuenta es que, si nos hablan de una tendencia “ganadora”, con una buena historia detrás y que exige un elevado grado de conocimiento, esto se transforma en un mayor coste del producto, de tal manera que, si la estrategia no funciona, además tendremos que pagar una comisión alta, en comparación con otras alternativas.
  • También hay que poner atención en no “confundir” inversión temática con sectorial. Esto último existe desde hace tiempo y no captura una tendencia estructural de largo plazo, sino que se limita a un sector concreto, con una historia más o menos interesante que contar.

Por último, pero no por ello menos importante, no hay que dejarse llevar por lo sucedido en el pasado. Puede ser cierto que el potencial al alza sea sólido, pero cuando miramos atrás, para hacernos una idea de dónde queremos entrar, hay que fijarse no solo en lo bueno, sino muy especialmente en lo malo. Recientemente hemos asistido a una crisis sanitaria sin precedentes, haciendo que, en situaciones excepcionales, se dieran resultados igualmente excepcionales. Con ello queremos decir que los (impresionantes) rendimientos recientes de muchas de estas ideas se han visto exacerbadas por la crisis del Covid-19, gracias a estímulos fiscales y políticas monetarias que no se habían visto antes y que, en situaciones normales, no deberían volver a repetirse.

Ejemplos de fiascos pasados

A lo largo de la historia de los mercados, reciente o no tanto, se han producido multitud de nuevas historias, con un atractivo significativo, pero que detrás escondían algo peligroso o en algunos casos, como la crisis puntocom, directamente nada. Estos son algunos de los más llamativos en los últimos tiempos:

  • Burbuja puntocom: la aparición de internet a finales del siglo pasado generó una burbuja en las valoraciones de las compañías tecnológicas, por el mero hecho de ser pseudotecnológicas. Todo eso terminó el día que se descubrió, que aún era pronto y que debajo de la apariencia de las pioneras de la red había poco con lo que soportar el negocio. Para reconocer algunas de las situaciones absurdas que se generaron, basta con el ejemplo de Terra (portal de internet del Grupo Telefónica), que llegó a valer más que el Banco BBVA, y que sufrió una caída estrepitosa.

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  • Crisis inmobiliaria: otro sector que fue trending topic para los inversores de medio mundo, pero que, tras consumarse un exceso general, terminó provocando una de las peores crisis económicas que se recuerda. Un ejemplo de esto, fueron en España los fondos de inversión inmobiliaria, que crecieron a tal nivel que no fueron capaces de invertir todo el efectivo que tenían y, cuando el mercado finalmente se vino abajo, estos no tenían la liquidez necesaria para devolver el dinero a todos los partícipes que lo querían retirar. Y no solo eso, ha habido fondos que han tardado más de 10 años en devolver el dinero a los inversores.
  • Estafas piramidales: es posiblemente lo que mejor represente el fiasco de una novedad, el inversor profesional con el que, de una forma abrumadora e irrepetible, solo se gana dinero con independencia de que el entorno sea (como poco) complejo y el caso Madoff lo ejemplifica como pocos.

Conclusión y lecciones

Ha pasado y pasará que los inversores, profesionales y principalmente minoristas, son proclives a la adopción de nuevas ideas de inversión, por motivos muy diversos. Y la innovación nunca está de más, el problema viene cuando se abusa, cuando se confunde o cuando se “oculta”.

Es por ello necesario, antes de invertir, pararse a analizar algunos de los principales riesgos de invertir en tendencias de largo plazo:

  • El mayor problema es que, al entrar en esta clase de inversión, se asume un riesgo de concentración significativo, lo que puede chocar con uno de los pilares de la inversión, que precisamente es la diversificación de riesgos. Al concentrar las inversiones por temáticas, se reduce el ratio rentabilidad – riesgo de la cartera, que implica reducir la eficiencia de estas, y se aumenta la posibilidad de las caídas, lo que en última instancia golpea al efecto beneficioso de la capitalización compuesta.
  • Muy importante, asegurarse de que no se cree una historia, simplemente porque suena bien y se le quiere dar sentido frente a otras más simples. Es difícil pensarlo, pero no siempre lo más exótico termina por ser lo más rentable. Una buena historia no tiene que ser rentable siempre, lo mismo que hasta una mala historia puede ser una buena inversión. A modo de ejemplo, se gana más dinero en la bolsa en los malos momentos del ciclo económico que en los buenos, y al revés, se pierde más dinero cuando se invierte en los momentos buenos de la economía.
  • De la misma manera, tampoco hay que dejarse llevar por lo acontecido recientemente. Puede ser cierto que una estrategia temática tenga sentido y potencial, pero como hemos expuesto, solo en situaciones excepcionales se dan resultados excepcionales. Las historias atractivas ganan credibilidad, en parte sobre una evolución positiva reciente, que hace sentir al inversor que se lo ha perdido y le empuja a tomar decisiones poco reflexionadas.
  • Además, las inversiones temáticas suelen tener asociados costes más elevados. El problema es que, lo haga bien o mal dicho producto, el alto coste de este hay que soportarlo igualmente.

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